Por Laura Garzón Acosta, Oficial de comunicaciones en CIVIX Colombia.
- La desinformación y las noticias falsas son un problema global que afecta a las democracias, y se caracteriza por la difusión deliberada de información falsa o engañosa con el objetivo de manipular la opinión pública.
- La Fundación CIVIX Colombia y la Universidad Externado de Colombia, con el apoyo de la Unión Europea, invitan este martes 16 de mayo a las 8:00 a.m. al foro de alto nivel: “Desinformación y nuevas tecnologías, desafíos y oportunidades para las democracias en América Latina”.
- Es un espacio de discusión que permitirá repensar las formas de abordar esta problemática de cara a las elecciones regionales en el mes de octubre, así como hacer un llamado a la acción e identificar los aspectos positivos de la inteligencia artificial que permita apropiar herramientas que mitiguen la proliferación de contenidos desinformantes, en el contexto de crisis institucional de las democracias en la región.
Bogotá, 11 de mayo de 2023. La desinformación y las noticias falsas son un fenómeno que ha golpeado a las democracias en el mundo. La proliferación de las redes sociales y el desarrollo de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial han permitido que más personas accedan a todo tipo de información, promoviendo un consumo masivo de contenidos provenientes de fuentes diversas y con propósitos variados.
el 88,3% de los encuestados considera que las noticias falsas suponen un riesgo para la democracia; sin embargo, esa misma fuente indica que sólo el 39% de las personas puede identificar contenido inexacto o falso mientras consumen información.
Colombia no es ajena a la cada vez más creciente tendencia de esta situación, que ha desbordado la capacidad de instituciones públicas, colectivos y organizaciones en el camino por mitigar sus impactos. Y es que, de acuerdo con la encuesta realizada en el 2019 por GAD3, empresa consultora experta en investigación y análisis en investigación social, sobre la percepción de la desinformación en la sociedad colombiana, reveló que el 88,3% de los encuestados considera que las noticias falsas suponen un riesgo para la democracia; sin embargo, esa misma fuente indica que sólo el 39% de las personas puede identificar contenido inexacto o falso mientras consumen información. Todo un reto relacionado con la llamada alfabetización digital.
Por su parte, el desarrollo de la inteligencia artificial marca el camino de una nueva era tecnológica donde de una manera más expedita, rápida y accesible, se aprende, se informa y se nutren debates académicos. En principio, estos desarrollos suponen un ascenso en el trasegar de la democratización del conocimiento, sin embargo, traen consigo un gran impacto en la creación y diseminación de la información. El empleo de herramientas como el procesamiento de lenguaje natural permite generar contenidos similares a los que podría producir una persona real, lo que abre las puertas a un mundo de desinformación casi imperceptible. La nueva tecnología no sólo se limita a esto, estas herramientas cuentan con la capacidad para amplificar los contenidos, potenciando su alcance a través de las redes sociales.
El foro contará con conferencistas y panelistas a la vanguardia como Daniel Barredo Ibáñez, investigador experto en inteligencia artificial y democracia de la Universidad de Málaga, España, encargado de la charla magistral “Inteligencia Artificial y Democracias en Crisis”.
Ahora bien, la innovación al servicio de las buenas prácticas también traza un haz de esperanza hacia el futuro, la misma inteligencia artificial puede emplearse para desarrollar herramientas de detección de desinformación, noticias falsas o inexactas.
Frente a este panorama, la Fundación CIVIX Colombia y la Universidad Externado de Colombia, con el apoyo de la Unión Europea, se unieron para poner en marcha el primer foro de alto nivel como un espacio de discusión que permita repensar las formas de abordar esta problemática, así como para hacer un llamado a la acción e identificar los aspectos positivos de la inteligencia artificial que permita apropiar herramientas que mitiguen la proliferación de contenidos desinformantes.
El foro contará con conferencistas y panelistas a la vanguardia como Daniel Barredo Ibáñez, investigador experto en inteligencia artificial y democracia de la Universidad de Málaga, España, encargado de la charla magistral “Inteligencia Artificial y Democracias en Crisis”. Por su parte, el panel de discusión “La participación política y la desinformación: de la discusión a la acción, estrategias y prácticas contra la desinformación” lo integrarán personajes como Javier Felipe Sánchez Iregui, jefe de la Oficina de Comunicaciones y Prensa de la Registraduría Nacional del Estado Civil; Juan Camilo Dávila, director de Edelman Global Advisory Colombia; Jonathan Bock, director de Fundación para la Libertad de Prensa – FLIP y Aura Cifuentes, experta en gobierno abierto, innovación pública y transformación digital.
WhatsApp, plataforma predilecta para la desinformación en Colombia
Abrebocas con Daniel Barredo
Como antesala al foro de alto nivel, el experto investigador que estudia la relación entre la inteligencia artificial y la comunicación en Iberoamérica habló con la Fundación CIVIX Colombia.
- ¿Qué es la desinformación?
La información y la desinformación son las dos caras de una misma moneda. La desinformación imita las formas de la información, pero con un objetivo muy distinto. Por lo general, busca dividir, promover enfrentamientos y discordias que se traducen finalmente en lo que se conoce como polarización.
- ¿Existe un origen, propiamente dicho, de la desinformación?
El uso estratégico de la información con fines disuasorios se remonta al siglo XIX, dando lugar a la propaganda, tan importante en contextos internacionales como la Primera Guerra Mundial pero que tiene antecedentes en las independencias americanas. Lo interesante es que a partir de ese uso, la información y la propaganda empiezan circulan en paralelo.
Luego, la desinformación se va profesionalizando a lo largo del siglo XX y eclosiona con toda la generalización de internet y de las redes sociales en nuevas formas de dispersión, en este caso, que son mucho más democráticas en el sentido que pareciera que cada ciudadano se puede convertir en un dispersor de información, pero a la vez son mucho más peligrosas por cuanto el tránsito que realiza la desinformación con estos nuevos medios está asociado a una fragmentación de la dispersión, es decir, el mensaje se individualiza.
- ¿Cuál es el peligro actual que acompaña la desinformación?
Su alta dispersión a través de la individualización del acceso y la difusión.
Lo cierto es que, en la medida en que se fragmenta el mensaje, puede generarse un mayor impacto personalizado y colectivo en cada ciudadano. Por ejemplo, los mensajes en cadena que se propagan a través de WhatsApp, al fomentar una distribución personalizada del mensaje, es mucho más efectiva que cuando se distribuía desde un medio de comunicación de masas. Ahí viene el gran peligro.
- ¿Cuál es el contrapeso para la desinformación?
En primer lugar, es necesaria mayor alfabetización mediática de los ciudadanos. Es importante y urgente que los currículos escolares de primaria y secundaria incluyan asignaturas relacionadas con el consumo de medios de comunicación informativos y redes sociales para que, desde muy jóvenes, los ciudadanos aprendan a decodificar o interpretar los mensajes.
- ¿Y cuál es el papel de los medios de comunicación en este propósito?
Debemos conseguir que los medios de comunicación, como aliados naturales para la distribución de información, se involucren en la generación de información de manera responsable, verificada y contrastada, pero que al mismo tiempo implementen las llamadas unidades de chequeo de datos, de tal manera que sean aliados poderosos para tratar de desmentir la información que surge a través de las redes que, en muchos casos tiene un origen individual, pero que en otros muchos casos tiene un origen organizacional e institucional.
Al mismo tiempo es importante abrir el debate sobre la regulación y la autorregulación de las redes sociales, dado que muchas de ellas hasta ahora no han sido responsables de sus propios mensajes, lo cual es grave.
Si a los medios de comunicación se les exige una responsabilidad y una corresponsabilidad de los distintos contenidos que se difunden, pues a las redes sociales habría que exigirles lo mismo. Ya no está la excusa de que no tenemos herramientas tecnológicas para detener la dispersión de los bulos o noticias falsas. Todas las redes sociales tienen herramientas de moderación, sin embargo, la aplicación de estas herramientas es costosa, lo que reduce los beneficios de las empresas.
Lo hemos podido ver en el caso de Twitter recientemente con la llegada de Elon Musk. En estos momentos esta red social se ha vuelto a convertir en una plataforma poco confiable. Es importante que si las redes sociales quieren seguir profundizando en su modelo de negocio, constituyéndose como plataformas creíbles, sigan vinculando lineamientos relacionados con la autorregulación. Al mismo tiempo, los países tienen que desarrollar políticas para la regulación de estos canales, mediante un conjunto más estricto de sanciones.
Y esto es algo que no está claro en algunos países, como en el caso de Colombia, donde todavía no se considera a las redes sociales como responsables de sus mensajes y esto genera una competencia desleal hacia los propios medios de comunicación, que deben contratar a un redactor que se encargue de contrastar y verificar, lo cual es muy costoso en términos de tiempo.
- ¿Cuáles son los efectos de la desinformación en las democracias?
Vivimos en democracias cada vez más polarizadas y más tensionadas donde parece que los acercamientos y los consensos son casi imposibles. En ese sentido, esa polarización en realidad reproduce algunos procesos que están surgiendo desde el propio hábito de las redes sociales, pues recurrimos a ellas por lo general para confirmar nuestros puntos de vista, lo cual es posible gracias a la agregación de fuentes, es decir, seguimos a una u otra fuente dependiendo de si son afines o no, por lo general ideológicamente hablando, y esto acaba generando lo que se conoce como burbujas de filtro.
Es decir, la exposición a opiniones contrarias es muy poco frecuente. En las redes sociales tenemos la posibilidad de desagregar fuentes, así como de agregar otras que apuntalen lo que cada uno piensa, lo cual es ciertamente muy peligroso para una democracia, dado que en las democracias tenemos que discutir, reflexionar, interpretar y criticar todo lo que nos parezca, pero también tenemos que llegar a consensos. Muchas veces esa polarización evita que se llegue a esos escenarios, generando altos niveles de crispación social y enfrentamientos en las redes y fuera de las redes.
En este mismo contexto aparecen las llamadas cámaras de eco, que son espacios gestionados por las cibertropas, grupos encargados de posicionar ciertas ideas, y de disuadir en caso de que se difundan ideas contrarias. Son grupos que parten de estrategias para desinformar y posicionar a un partido o líder político en particular, por ejemplo.
Recomendaciones para enfrentar la desinformación:
- Verificar la fuente: Todos debemos aprender a identificar cuándo una fuente es creíble. “Googlear”
- Fijarse en la fecha de publicación de las noticias. Debe prender las alertas una noticia que no tiene fecha o es de tiempo atrás.
- Identificar el enfoque. Es la idea organizadora que ayuda a ver la finalidad del contenido. Pregúntese si pretende buscar un ángulo emocional o por el contrario, denunciar o debatir a partir de hechos.
- Si sospecha, no comparta. No nos dediquemos a compartir contenidos cuando se tienen sospechas. Ante la duda busquemos la verificación y en ningún caso se debe compartir.
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Desinformación en datos
– En las elecciones presidenciales de 2022, en Colombia, cerca del 20% de las cuentas analizadas en Twitter eran fake (Bloomberg, 2022)
– 96% de los colombianos han recibido alguna cadena en WhatsApp con contenido político o electoral (Cortés & Peñarredonda, 2018).
– En países como Argentina, Brasil, México o Venezuela se ha detectado la existencia de cibertropas, es decir, grupos específicamente orientados a la manipulación de la opinión pública (Bradshaw & Howard, 2017.
Oficial de Comunicaciones
Laura Garzón Acosta
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